Su idea de ritual no proviene de una enciclopedia o de algún texto exclusivo y perdido, solo hace lo que siente y en su mundo las cosas son así.
No le interesa ser uno más; de ideas aprendidas en letras, de cuadernos forrados con cuero y paginas de papel fino. No encuentra nada trascendental allí.
Aun sabiendo que camina en contra del mundo moderno, que al final de sus días será crucificada, y en su lapida dirá “mediocre, ignorante”, aun así, sigue su instinto.
El camino es arduo, y por momentos se deja lacerar por los sabios de libros, pero no puede escapar a su naturaleza. No quiere hacerlo, la pureza le es más atractiva.
Se quita la ropa, y enciende un incienso que dice LUNA y prepara el piso para poder acostarse cómodamente.
Se deja envolver por el humo de la LUNA, y empieza a sentir cada parte de su cuerpo. Sus pies, sus piernas, su vientre, su pecho, su cuello, su rostro.
Puede ver el aire; se vuelve espeso, lo agarra con sus manos, abiertas por la lucha, y deja que sane todas sus heridas.
De sus ojos empieza a brotar agua, de color negro, que va dejando pequeñas manchas permanentes por toda su piel. Su cuerpo se transforma entonces en su lienzo.
Se acaba la LUNA; despierta sintiendo una inmensa paz, siente su cuerpo cargado de poesía, agarra papel y lápiz y empieza a escribir: “Su idea de ritual no proviene de una enciclopedia o de algún texto exclusivo y perdido, solo hace lo que siente y en su mundo las cosas son así.”
